-Eh… son quince euros- respondió el
profesional del transporte, un tipo de ceja unitaria
-No me ha entendido. Esto es una
investigación, ¿quiere entorpecer una investigación?
-No, no- dijo, y viendo que
avanzábamos nos detuvo con la mano y prosiguió-. Pero son quince euros.
-Mire usté- me encaré, bajando el
tono de voz y señalando el letrero publicitario del autobús-, ¿aquí que pone?
-Ahí pone Autobús Turístico Tacita
de Plata Tours. QUINCE EUROS.
-Y dale con los euros. ¡Turístico!
¡Ahí pone turístico!
-Ya, ¿y qué quiere?
-Antoñete, ¿usted de dónde es?
-Yo der Pópulo, de toa la vida de
Dios- respondió mi ayudante.
-¿Lo ve? De Cai, Cai. Y yo me he
criado en Loreto. ¿Nos ve pinta de turistas?
Se veía que aquél hombre hacía
esfuerzos para seguir el hilo de mi elocuencia.
-Hombre… lleva usté dos gorras. Mu
de aquí no me parese, la verdad.
-¡Qué poco europeo, por el amor de
Dios!¡Usté no entiende de estilismo! Esto es la doble visera, hombre, lo
inventó Sherlock Holmes, que lo sepa. Es pa que no te de el sol en la nuca y
poder pensar con claridad. Que sepa que está usted entorpeciendo la esclaración
de un crimen.
Fuera por mi insistencia, fuera
porque en realidad sabía que tenía razón o fuera porque los guiris de atrás ya
se estaban poniendo nerviosos, al final accedió.
-Venga, pasad los dos. Pero no me
forméis escándalo, anda.
-Gracias, caballero. No se preocupe,
no tardaremos mucho. Vamos, Antoñete.
-Lo que todavía no entiendo, jefe-
comenzó a decir este mientras subíamos a la segunda planta, pero se detuvo en
seco cuando vio quién se sentaba en los últimos asientos del autocar.
-Piluca y Sonsoles, si no me equivoco- dije, seguro de no equivocarme,
a las dos bellas señoritas que, de no ser por los distintos colores de pelo,
bien podrían haber sido tomadas por gemelas, o clones, dado el idéntico look
que ostentaban.
-Sí, somos nosotras, señor detective- respondieron pronunciando
sonoramente cada “s”
-Dioooo ¿cómo ha sabido usté que iban a estar justo en este autobús a
esta hora?- preguntó Antoñete sorprendido como si hubiese encontrado una
langosta en un plato de gambas.
-Déjese de alharacas y dedíquese a tomar nota, que voy a proceder a
interrogar a estas sospechosas, ya le dije que tengo mis fuentes.
-Jo, Piluca, si ya te dije yo que teníamos que haber ido a veranear a
Puerto Banús, que es mucho más chic y es mucho mejor para ir de shopping. Pero
no, tú venga a insistir para que viniésemos a Cádiz por lo del bicentenario-
dijo la chica rubia de pelo lacio que lucía unas grandes gafas de sol de último
modelo.
-Hija, Sonsoles, no te pongas así. Yo cómo iba a saber que iban a
ocurrir estas cosas tan desagradables. No se, tía, me apetecía ver monumentos y
visitar una ciudad con historia y encanto. Y como en el artículo aquel que vi
en la revista Melva salían unas fotos tan monas pues…- dijo la chica de pelo
lacio y moreno que lucía unas grandes gafas de sol de primera marca.
-Disculpen, señoritas, pero acuérdense de que tenemos un crimen que
resolver y tienen que responder a mis preguntas- la interrumpí con decisión.
-O sea ¿Que somos sospechosas? ¡Jo, qué fuerte!- dijeron ambas al
unísono.
-De momento no podemos descartar ninguna opción, pero aún es pronto
para sacar conclusiones precipitadas, ustedes limítense a responder a las
preguntas que yo les haga- dije con toda la rotundidad del presidente del
jurado del Falla dando un cajonazo.
-Tía, Piluca, si lo llego a saber me quedo en Madriz, que no lo habría
pasado nada mal yendo al gim, a la pisci y, por la noche de terrazas, o al
Dosde a tomar unas copas.
-Bueno, vamos a lo que vamos, ¿qué relación tenían ustedes con la
víctima?- dije con energía sabiendo que las dos bellezas clónicas tenían sin
duda información vital para nuestro caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario