-Pues relación
con el tal Catalino no teníamos ninguna ¿sabes? Nada más que lo conocíamos de
vista. Pero está claro que era un pesado, no paraba de molestarnos todo el
tiempo- dijo Sonsoles con cara de enfado (y aun así no dejaba de parecernos
guapísima tanto a Antoñete como a mí, que por más que me centre en mi labor
detectivesca, no soy de piedra).
-Si miran ustedes
a la izquierda podrán ver la Catedral de Cádiz que data de los tiempos de…-decía
la voz metálica y monótona del guía a través de los altavoces de aquel autobús.
-Ya te digo, o
sea, era un señor superpesado. En la playa siempre se ponía cerca nuestra ¿sabes?
No paraba de mirarnos sin disimular el muy maleducado, sin importarle que
estuviese su mujer ni nada- dijo Piluca mientras jugueteaba con su collar.
-Sí, sí, además,
cada vez que podía nos decía piropos horribles en voz alta como si fuéramos dos
cualquieras. Sin ir más lejos, el otro día coincidimos en esos grifos que hay
para enjuagarse los pies al salir de la playa, y a mí me dijo algo así como
“niña, quién fuera gripe pa cogerte el pechito” ¡Qué ordinario! Esto en
Potogrande no nos habría pasado- dijo Sonsoles rematando su parrafada con
movimiento de cabeza y golpe de melena propio de un anuncio de champú.
-Tome nota,
Antoñete, el finado parecía tener cierta fijación con estas dos señoritas, que
se sentían acosadas -dije resumiendo la jugada como un locutor de radio en un
partido de fútbol- ¡Pero Antoñete, reaccione y tome nota, por el bigote de
Hercules Poirot!
-Sí, sí, tomo
nota- se disculpó aún con una sonrisa bobalicona entre los labios y la mirada
perdida en los encantos de las interrogadas.
-Entonces…
llevan ustedes dos aquí desde… ¿desde cuándo? ¿Todo el verano?
-¡Qué va!
Llegamos hace tres días, o sea, porque nos habían hablado muy bien de Cádiz,
sus playas, su gente, sus charangas… Queríamos ver el barrio del Populacho, la
Torre Rovira, los encierros… vaya, las cosas típicas como las tortillitas de
macarrones y esas cosas. Pero sobre todo nos llamaba lo de tomar el sol, o sea.
Ya sabes, que nosotros no tenemos playa.
-Ni falta que
nos hace- atajó su amiga, quizá algo molesta por sentir su patria chica
ninguneada-. Que nosotras tenemos Efnac, o sea…
-Tres días-
dije, rumiando un pensamiento que aún no acababa de estar claro-. Y tres días
poniéndose en el mismo sitio de la playa, según tengo entendido. A pesar de la
molestia de sentirse observadas y piropeadas con no muy agradables palabras…
Sospechoso.
-Lo que pasa-
respondió Sonsoles-, es que nosotras buscamos siempre aprovechar las mejores
horas de sol, ¿sabes? O sea, que nos llegábamos muy tempranito y, nada más
llegar el primer día a La Calita, vimos que si nos poníamos ahí, a primera hora
in the morning ya podíamos aprovechar unos rayitos que estimularan nuestras
melaninas- Antoñete sonrió como un tonto ante la mención, probablemente
confundiendo churros con meninas.
-Sí- añadió
Piluca-, de hecho ya mañana nos vamos a Caños, que nos han dicho que no es nada
mainstream y se puede una poner con las cariocas y esas cosas tan fashion.
Porque otro motivo de ponernos tan temprano es que al llegar aquí nos enteramos
que la alcaldesa… la Teóloga esa, había prohibido el toples, pero que si una se
ponía tempranito, antes de que llegara más gente, pues que no pasaba nada.
-Entiendo- dije,
esta vez adoptando yo mismo una sonrisilla tonta.
-Sí, o sea, nos
lo dijeron esas seis señoras tan amables que estaban siempre allí en la playa,
ya sabe, jugando a la lotería. Muy buenas gentes.
-¿Entablaron
relación con ellas?
-Casi nada, o
sea, siempre nos saludaban. Se interesaron por ver de dónde éramos, cuánto nos
quedábamos, nos aconsejaron lo de la hora en que era más sensato hacer el
toples, nos dijeron sitios cool donde almorzar… eran muy corteses.
-Ah usted sel
detective, yo escuchal el otlo día en playa. Pol favol, hace foto conmigo- dijo
el turista japonés que estaba sentado delante de nosotros.
-No nos interrumpa,
que estamos en medio de una investigación- acotó Antoñete con la mejor de las
voluntades.
-Quite, quite,
no tengo problemas por hacerme una foto con este señor, es una alegría que
alguien valore así el trabajo de uno, faltaría más. Además, aquí ya hemos
terminado.
Hmm, ya empiezo a ver cosas sospechosas... Y eso que con este formato de tamaño y color de letra es difícil ver nada! ;)
ResponderEliminarpues no se por qué saldrá ahora la letra tan pequeña. El color ya he logrado cambiarlo ¿cuales son esas sospechas?
EliminarPues la verdad, me pregunto si la mujer que las "bellas turistas" identificaron como la mujer del finado era ella realmente... Cuándo se habrá ido a Chiclana la madre de la Jessy?
EliminarY relacionado a lo anterior... Si el finado "siempre la liaba, acababa borracho y metía la pata"... Qué hizo este año? Cómo es que no nos hemos enterado?
Un saludo!
Solucionado lo del tamaño. No problemo. Gracias por seguirnos.
ResponderEliminarPero si eso no se ha de agradecer, gracias a ustedes por sacarme unas sonrisas con su historia!
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